Dirección: Tamara Cubas / Colaboración: Gabriel Calderón / Intérpretes: 5 voluntarios del público /
Presentaciones: Noviembre 2012. Solos al Mediodía. Sala de conferencias y eventos. Teatro Solis / Julio 2013. Escena Doméstica. Santiago de Chile. Chile Date: noviembre 9, 2012
PERFORMANCE (DES)COREOGRÁFICA DE TAMARA CUBAS
Se llena la platea, se cierran las puertas del teatro, silencio.
La coreógrafa se levanta, y de espaldas hacia el palco vacío – salvo un entramado de cables negros, se dirige a la platea: “Necesito cinco voluntarios, sin los cuales aquí nada sucederá”. Mira al público. Espera. En la medida en que se van presentando algunos, la autora de Solo los conduce al palco, toma uno de los auriculares amontonados en el piso, desenredando los cables, y lo acomoda sobre la cabeza del voluntario. Los auriculares están conectados a un reproductor de sonido digital, que la autora prende en alguna parte de la cintura del participante. Le pasa las primeras instrucciones, relativas al funcionamiento del aparato: aquí se prende, aquí está el volumen, cuidado con el cable al moverte. Sin más, el resto es escuchar.
Finalmente se reúnen cinco voluntarios, se cuenta prontos listos ya, y los aparatos se prenden simultáneamente. Comienzan algunas acciones leves – uno camina hacia la ventana de la izquierda, otro se sienta, otro queda parado, como si estuviera congelado en el tiempo y el espacio, atónito. Surgen las primeras sonrisas, y de súbito, uno de los cinco espectadores transformados sin pre-aviso en actores/danzarines/performers se larga a correr cada vez más rápido en círculos concéntricos por el palco. Larga una carcajada tan sorpresiva y contagiante que despierta a los demás espectadores de su aturdimiento. Todos ríen. Menos el que actúa. Y así continúa este Solo en conjunto, generando una coreografía en proceso de, mediada por voces emitidas individualmente por cada auricular. Son cinco performers que al igual que el resto del público, no tienen guión, no saben qué va a suceder. A diferencia del público, tienen una voz que les instruye, y les pide que reflexionen con ella, a la vez que están interpretando esa voz, sus decires, el espacio que les rodea, la platea que les observa, sus cuerpos que no están acostumbrados al espectáculo.
Mientras tanto, el público queda completamente absorto en aquello que ve que no puede escuchar. Y lo que no puede oír es aquello que genera lo que puede ver, o una interpretación de eso. El aislamiento auditivo provoca una cadena de cuestionamientos, y mucha intriga: ¿Qué escuchan los performers que miran al público mientras interpretan la voz que es exclusivamente para ellos? ¿Son instrucciones? ¿Qué les estará diciendo? ¿Le dice lo mismo a cada uno? Prontamente uno se da cuenta de que no es lo mismo, ya que en diversos momentos, las acciones-devenidas-reacciones de los performers discrepan completamente una de la otra. Mientras uno corre y grita el otro se acuesta y apenas respira; otro parece no haberse movido nunca, apenas se asoma levemente a la ventana del fondo y regresa al centro del palco, a paso de caracol.
¿Qué implicaciones emergen en una situación donde mirar a otros actuando de acuerdo a las supuestas instrucciones del autor invisible revela la impotencia de los sentidos? El autor traiciona a su público. El autor le roba la audición. Y al hacerlo, le imposibilita la comprensión. Y al hacerlo, le hace darse cuenta de su proceso fenomenológico. El espectáculo escénico se transforma en una instancia metalinguística, en acción. Hacer referencia a su propio proceso de creación, continuadamente, y en ese proceso lo transforma en el objeto de su propio significado. El sentido de la audición, aislada individualmente y otorgada a los cinco participantes implica el hurto de sentido auditivo del público – desde una dimensión de sinestesia: la experiencia del sentido de la audición sufre una incisión, un corte en el espacio físico, justamente porque se la puede ver.
Tamara traslada una experiencia temporal, la del sonido hacia el espacio físico, al prohibirle a su público la vivencia de lo mismo. De esta manera, la autora parece lanzar una serie de cuestionamientos: ¿Qué es la danza, hoy? ¿Qué es el teatro, hoy? ¿Qué hacemos con nuestros cuerpos en un contexto escénico? Al fin y al cabo, se trata de profundizar acerca del lenguaje y su relación esencial con la comunicación.
Verónica Cordeiro.