El diario de viaje, cuenta la historia de su muñeca y la tradición ancestral de la comunidad que la hace, entre algunas otras informaciones y datos, y sus páginas en blanco provocan a cada anfitrion un espacio para compartir la experiencia de cada encuentro.
A medida que va transitando por cada paraje, se va entretejiendo una cartografía compartida de la travesía de Monnula, conectando, así, la sensibilidad e intimidad de cada experiencia.
Monnula es una obra colectiva, gestual, en constante desplazamiento, reconstrucción y resignificación. Esta pieza abarca una dimensión social, cultural, política y antropológica donde la muñeca y el diario son instrumentos de una experiencia que conecta mundos y personas.
Miles de muñecas adquiridas a comunidades de mujeres en diferentes rincones del planeta, comienzan sus travesías por el mundo, exentas de control, escapando de logicas de instrucciones, compromisos o reportes. Apelando al encuentro, al deseo y a la afectación.
Hay una tensión que viaja junto con Monnula, tensión de paradojas y contradicciones que busca desestabilizar algunas costumbres adormecidas y percepciones anuladas en el individuo, hoy: tensión entre la pureza de la infancia que asociamos con una muñeca con el choque de realidades históricas y económicas de quien las hace y quien las recibe; tensión entre costumbres religiosas, ritualísticas, capitalistas, ambientales, choques de mundos; tensión entre la vida material y la vida espiritual, el occidente y los pueblos indigenas, las sociedades desarrolladas y la mujer migrante, los refugiados, el centro y el Otro; tensión entre lo local y la complejidad del mundo globalizado, entre la posesión y el desapego, el control y la libre circulación.
Monnula es un proyecto que, de manera muy delicada y sutil, invita a repensar la postura que uno elige tener frente a las tantas realidades del mundo.