En abril de 1975 tuvo lugar la desaparición forzada de Omar Cubas, el tío de Tamara y Leticia; el hermano de Luis, de Mirtha, de Elsa, de Mireya; el hijo de Elida. Y el exilio también forzoso de prácticamente toda la familia Cubas. Alrededor del 2009, Tamara emprende una serie de acciones consigo misma y con su familia, generadas por la perturbación de aquella ausencia. Veinticinco años después, ya en democracia, los integrantes de la familia presentan ante un juez la declaratoria de desaparición de Omar Cubas.
Las primeras acciones propuestas por Tamara y realizadas en el entorno familiar, implicaron la recuperación de narrativas, de cartas; la producción de nuevos relatos, de acciones, de trazos cartográficos. Abrir el baúl donde Elida atesoraba la cruzada de cartas sostenida entre sus hijos y nietos. Ubicar sitios en Montevideo, escuchar de viva voz de los protagonistas qué había ocurrido allí, qué experiencias marcaron sus vidas en los años difíciles de la dictadura cívico-militar que vivieron los uruguayos, entre el 27 de junio de 1973 y el 28 de febrero de 1985. Fue emergiendo así un archivo familiar de documentos recuperados por el arte de hacer contar la experiencia. Pero también emergieron acciones y apuntes ensayísticos que Tamara -performer y coreógrafa- emprendió implicando su propio cuerpo en la obstinada necesidad de saber qué le sucede a un cuerpo en la caída, cómo habitar la horizontalidad, cómo experimentar la pérdida del control corporal e imaginar una disolución, una des-figuración. Estos dos niveles de registros, el documental y el ficcional, dieron pie a una plataforma archivística que Tamara tituló La Patria Personal.