escenas para la pelicula

Instalación

ESCENAS PARA LA PELÍCULA

Ex presas políticas, compañeras de cárcel de Mirtha Cubas, relatan 7 historias de situaciones vividas por las cuatro en la prisión. A lo largo de varios encuentros con Tamara Cubas y partiendo de los recuerdos personales, construyen -a través de dibujos- cuatro versiones de estas escenas compartidas.



Video instalación 

4 pantallas planas Duración: 

10 min c/u 

Con: Gloria Telechea, Ana Demarco, Nibia López y Mirtha Cubas 

Cámara: Pablo Abdala 

Post producción de video y audio: Francisco Lapetina


Textos de las escenas
El coronel

Por el camino de 500 metros de la entrada del penal, avanza el Coronel en su móvil preferido: la ambulancia. Todos los subordinados detienen lo que están haciendo y en posición de firmes siguen con su frente el recorrido del coronel. Las presas que han sido designadas a trabajo forzado cortando el pasto con las manos, aprovechan para erguir sus espaldas. A su paso todo se va deteniendo menos el burro Joaquín que con el móvil del coronel son lo único que se mueve. Entra en el edificio y al cabo de unos minutos sale a caballo a realizar su ronda habitual. Un soldado como de costumbre corre detrás sosteniendo su sable con las dos manos como si fuera una bandeja. Transitan entre los chivos, las presas, las gallinas y los cerdos.

Cocina

En el centro de la cocina y bajo las orientaciones de los cocineros se prepara el almuerzo. Parada arriba del fogón se encuentra la 209 revolviendo con un remo la olla de polenta que le llega al pecho, calculando el momento en que la burbuja va a explotar para apartar su rostro y los brazos para no quemarse. A un lado un grupo de unas 10 mujeres de pañuelos blancos en las cabezas dispuestas en círculo, está pelando papas para la cena. Aprovechan esta instancia para conversar. Por la puerta ingresa la 16 y divisa en el fogón una plancha sin lavar. Fue usada por los soldados la noche anterior para cocinar una chuleta y han dejado el hueso y la grasa. Se apresura a roer el hueso y degustar el jugo que resta. Otras presas le hacen comentarios, ella sonríe. Un soldado sale con el menu en una bandeja para que lo pruebe el oficial a cargo. Luego del almuerzo el sector de turno está limpiando las ollas, manguereándolas en el patio trasero. El camión de la carne está estacionado cerca con las puertas abiertas descargando el pedido. La 283 con medio cuerpo dentro de la olla rasquetea el fondo mientras especula la posibilidad de aprovechar la ocasión y fugarse en el camión.

Saludo a la bandera

Antes que amanezca despiertan a las presas, luego de vestirse salen al patio a formarse a rendir los honores a la bandera. Primero el sector A, luego el sector B, el C, el E y por último el sector de las peligrosas, el D, que llevan los bolsillos color rojo. Las soldados comienzan así su jornada de rejunte de faltas, “no se arregle el pelo”, “no tosa”. Les valdrán sanciones como el corte de visitas o paquetes por lo que rezará en el informe, “Intento de comunicación con la compañera”. Delante de las formadas que visten apenas el uniforme gris, se encuentra el Capitán junto con otros oficiales debajo de gruesos ponchos de lana. Cuando el sol decide ascender se escucha la corneta que anuncia que la bandera -que nadie alcanza a divisar- se está elevando. El Capitán desenfunda su arma y realiza la venia a la bandera llevándose la pistola a la sien. La 209 del sector E está mirando los soldados apostados detrás de alambrado y los que se encuentran arriba de las torres cuando siente que al otro extremo de la fila una compañera que posee problemas de equilibrio por agresión en los oídos, se ha desmayado. Corre hacia ella, la levanta en sus brazos y como civil cruza el patio, ingresa al edificio, atraviesa varias puertas hasta llegar a enfermería. Al salir de allí se percata de lo que ha hecho y que no ha sido detenida.

Alarma

Es media noche, se escuchan las sirenas, gritos y ruidos de candados. Los gritos de los soldados comienzan a cambiar de tono. Cuerpo a tierra gritan varios de ellos. Una de las presas se apresura y toma rápidamente un mazo de cartas. Otra alcanza a agarrar una manta. Todas se tiran al piso buscando un espacio entre patas de cuchetas, los cajones que ofician de mesas y los troncos que usan para sentarse. Todas están boca a bajo salvo una. Las rejas de los sectores están abiertas. Los pasillos están llenos de coroneles, capitanes, mayores, tenientes, alférez y las soldados que llevan máscara de gas y toletes en las manos. Todos van de un lado a otro gritando. En la celda 3 una soldado le está gritando “cuerpo a tierra” a la presa que está de pie. Ella le dice que está eximida. La soldado le grita que tiene que hacerlo. Ella le replica que tiene problemas cardíacos y ha sido eximida. La soldado a los gritos vuelve a ordenarle “cuerpo a tierra”. Todas están ahora en el piso, algunas con la mitad de los cuerpos debajo de las cuchetas juegan una partida de truco. Otra se ha colocado la manta debajo del cuerpo. Se escuchan los gritos descontrolados de los militares mezclados con ruidos metálicos. Termina la alarma. Las presas vuelven a sus cuchetas. Se llevan en ambulancia al hospital militar a la que reclamó que estaba eximida. Acaba de tener un paro cardíaco.

Requisa

Desde hace un mes las presas preparan un “escabio” fermentando los restos de las frutas que han conseguido rescatar. Se escucha el sonido de la apertura de la puerta del celdario con la violencia característica de la requisa. Rápidamente toman la preparación y en segundos se la toman entre todas justo antes de que las soldados lleguen y les ordenen despejar las celdas. Ahora están de plantón en el patio mientras se realiza la requisa en las celdas. El escabio comienza a hacer su efecto. Al cabo de un tiempo regresan a las celdas y comienzan tranquilamente a seleccionar y separar las pertenencias personales esparcidas por el piso, entre los restos de fruta, materiales de manualidades, lana de los colchones. La 16 rompe el silencio, riendo dice: “uyyyyy miren, se han suicidado los yocos”, señalando resto de la yoca esparcida por el piso. La 206 corrobora que su collar de cuero sigue colgado en la cucheta pero que se han llevado su libro “El día del Chacal”.

Arresto a Rigor

Todo el Sector E ha sido penado con Arresto a Rigor por cantar a coro. Tienen una sanción de una semana encerradas en sus celdas, sin salir al patio, sin paquetes, sin visitas y deben permanecer sentadas de a dos en la cama inferior de la cucheta. En la primera celda están representando una obra de teatro escrita por ellas. Han preparado la escenografía con cuchetas, colchones y sábanas. En la segunda, sentadas en círculo, se cuentan historias por turno. En la tercera, una estudiante de literatura les da una clase sobre los Románticos Alemanes. En la cuarta están discutiendo sobre los criterios en relación a la convivencia en la celda. En la quinta celda están cantando a coro. Se escucha la voz de la soldado que dice “no canteeeeen”. Se abre la puerta del celdario y entra una soldado a realizar la ronda. Va pasando por delante de cada una de las celdas donde está todo ordenado y el duo de presas de cada cucheta sentada en la cama inferior.

Calabozo

Se le informa a la 220 que debe bajar a tomarse la presión. Se encuentra en enfermería y en la sala de al lado acaban de traer sus pertenencias. Comienza a gritar para avisar a sus compañeras que la van a trasladar. Es golpeada por las oficiales. La trasladan a otra dependencia donde es instalada en un calabozo sola. Cada día a la mañana temprano un oficial la va a buscar, le coloca una bolsa de plástico en la cabeza y la traslada hasta el centro del patio. Allí debe permanecer a punta de fusil custodiada por dos oficiales durante 30 minutos. Cumplido el plazo vuelve el que la llevó y nuevamente con la bolsa en la cabeza la lleva a su calabozo. Un día cuando está en el baño ve en el cesto de basura un recorte del diario que habla de la muerte de Roslik. 

 La 286 está en el calabozo cuando reciben la visita de la Cruz Roja internacional. Entre algunas medidas que exigen normatizar se encuentra la de sacar a las presas al patio a ejercitarse. Le colocan dos piedras separadas 5 metros donde caminar de una a la otra, vigilada por una soldado. Las dos piedras se colocan estratégicamente para que no pueda divisar a las demás compañeras en el patio. 

Hace 6 meses que mataron al marido de la 16. Sin razón expuesta es trasladada al calabozo, luego de que un oficial le dé un discurso de moral. Le realizan un exámen de orina y queda 24 horas esperando el resultado. Llega el resultado. La regresan a su celda. A los pocos días recibe visita de su suegra. Le cuenta que fue requerida en el cuartel de su ciudad e interrogada a raíz de supuestas relaciones de la 16 con un oficial del centro penitenciario y la posibilidad de que esté embarazada. 

 A la 209 la espera a la mañana de que la vengan a buscar para ir al baño se le hace eterna y desesperante. Le parece imposible poder controlar sus ganas. Cuando por fin la llevan el tiempo que le dan es corto y la molestan constantemente. Un día se da cuenta que si no come a la noche soluciona el problema de la urgencia. Otro día se percata de que su organismo se ha adaptado a las circunstancias, hace efectivo los pocos segundos que le otorgan en el baño.